Hacer imágenes de animación no es lo mismo que sacar unas fotos para tu Instagram. Hay que tener mucho cuidado para que cada imagen sea lo más parecida posible a la anterior, salvo por el movimiento que se haya añadido a la escena. Para hacer una animación convincente, el espectador tiene que creer que los fotogramas se capturaron con una fracción de segundo de diferencia entre sí. Cualquier desviación de la cámara creará movimientos o enfoques poco naturales. El creador de stopmotion que uses probablemente tenga algunas herramientas para ayudar con la gradación de color que pueden corregir pequeños errores, pero nunca serán perfectas, y llevarán mucho tiempo si todos tus fotogramas necesitan ser corregidos. Por lo tanto, es crucial configurar cuidadosamente la cámara y capturar las tomas correctamente para ahorrarse dolores de cabeza más adelante. El primer paso para conseguir tomas buenas y consistentes es utilizar un trípode. Para esta tarea, intenta utilizar uno de los trípodes más pesados y resistentes que encuentres. Los más pequeños pueden ser buenos para conseguir una toma única, pero su poco peso aumenta la probabilidad de que se produzcan pequeños movimientos. Esos movimientos harán que tu animación parezca entrecortada y poco profesional. Cuanto más tiempo desees que dure la toma, más cierto será esto. Tu trípode podría tener que permanecer quieto durante horas o incluso días. Del mismo modo, deberías poner el enfoque en manual. Lo ideal es que lo enfoques en un punto central de la escena y no tengas que volver a preocuparte por ello. Para tomas complejas, en las que el personaje del fotograma necesita moverse hacia delante o hacia atrás, puede que necesites ajustar el enfoque de cada fotograma. Este tipo de planos suelen evitarse cuando se hace animación stop-motion por esta misma razón.